Resulta muy fácil que se nos caiga la baba con las sesiones de recién nacido, pero si nos une la sangre, la sensación ya es indescriptible.
Vera se puso delante del objetivo con solo 23 días de vida. Sus papás prefirieron que hiciéramos la sesión en su casa para que la peque estuviera más cómoda, así que trasladamos el estudio a su salón. Además, el sol nos permitió que hacer todas las fotos con luz natural. Aquí podéis comprobar lo agustito que estaba.
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